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Writer's pictureEasy Spanish

Cuento para niño. El deseo del Pajarito azul

Updated: May 10


Reconocer situaciones que le generan alegría, seguridad, tristeza, miedo o enojo, expresar lo que sienten; dialogar para resolver conflictos y buscar soluciones, esta es la finalidad de los cuentos con propósitos de Easy Spanish.


Los niños también aprenden a través de las historias y es po ello que en Easy Spanish incorporamos los cuentos infantiles en cada 4 episodios.


Toda la familia, podrá disfrutar de los mejores cuentos en nuestro especial para los más chiquitos de la casa.


Sí. Nuestros podcasts también lo podrán disfrutar junto a los más pequeñitos de la casa, les traemos los mejores cuentos llenos de mucha emoción, valores y reflexión.


Nuestros podcasts también lo podrán disfrutar junto a los más chiquititos de la casa, les traemos los mejores cuentos llenos de mucha emoción, valores y reflexión.


Todos nuestros cuentos hablan de valores. Eso que, es tan importante que, nuestros chiquitos lo aprendan. A través de los cuentos, los niños asimilarán de una forma más rápida y práctica

el verdadero significado de cada valor.


Y también todos nuestros estudiantes podrán obtener más vocabulario del idioma español, practicar la pronunciación, la lectura y la compresión.


Ah y por cierto… Les tengo unas preguntas.


¿Alguna vez se han preguntado cómo aprendieron su lengua materna? No han tomado clases, ¿verdad? Entonces, ¿cómo llegaron a ser tan competente a la edad digamos de tres años? Bueno, la respuesta es simple ¡escuchando!



Podcast #: 145

Temporada: 4ta

Tema: El deseo del Pajarito azul

Tipo: Cuento para niños.

Crédito: Cuento original de Cristina R. Lomba

Audiencia: Todo Público

Palabras: 2220

Audio: 32 minutos










Audio cover
PODCAST 145 Cuento Deseo del Pajarito azulBy Duq


Hola soy Duq esto es Easy Spanish y el cuento hoy es… El deseo del Pajarito azul: cuento original de Cristina R. Lomba.


Cuento. El Deseo del Pajarito Azul

Érase una vez un hermoso pajarito azul que vivía en un árbol que crecía muy alto en la cima de una montaña.


Desde ese privilegiado lugar se veía el mar y se podía escuchar el sonido de las olas rebotando contra las rocas, disfrutar de la penetrante brisa marina, y contemplar atardeceres con un enorme sol naranja sumergiéndose en las aguas… hasta la llegada del nuevo amanecer.


Además de esas impresionantes vistas, el pajarito azul disfrutaba de las ventajas de ser ave.


El pajarito, podía ensayar un montón de acrobacias en el aire, pero también hacer cosas, como atrapar insects al vuelo o, en los meses de verano, revolotear entre las esponjosas y húmedas nubes para quitarse el calor y volver fresquito a su nido.


Curiosamente, aunque su vida parecía envidiable, el pajarito azul no se sentía plenamente feliz. Él tenía un sueño, y ese sueño, como suele suceder, tenía que ver con algo inalcanzable para él.


Lo que más anhelaba, lo que más deseaba en el mundo el pajarito azul, era aprender a nadar.


Por esta razón, mientras sus amigos disfrutaban picoteando cerezas o haciendo carreras en las praderas cercanas, él se pasaba horas viendo las acrobacias que a lo lejos, hacían los delfines.


Completamente encantado de lo que veía, se repetía una y otra vez:

«¡Cuánto me gustaría haber nacido pez!… Si pudiera cambiar mis alas por aletas no me lo pensaría dos veces».


Tanto se obsesionó con la idea que llegó un momento en que perdió interés por todo lo que le rodeaba.


El pajarito azul dejó de comer y poco a poco se fue quedando pálido, flacucho, sin fuerzas. Su madre, preocupadísima, le advirtió:


– Hijo mío, no puedes seguir así. Deberías estar pasándotelo bien con tu pandilla y no todo el día metido en casa sin hacer otra cosa que mirar el mar.


Tú eres un pequeño pájaro y nunca podrás nadar. ¿Es que no te das cuenta?… ¡Anda, ve a dar una vuelta que hace un día espléndido!


Aunque estas palabras tenían la intención de animarlo no sirvieron de mucho; al contrario, el joven pajarillo se sintió todavía más deprimido y, en cuanto su mamá se alejó, se puso a llorar amargamente sintiendo que nadie en el mundo le comprendía.


En eso estaba cuando una gaviota de pecho blanco que pasaba por allí se posó a su lado y le dio unas palmaditas en el lomo con una de sus robustas patas amarillas.


– ¿Se puede saber qué te pasa, pequeño pajarito? Por tu tristeza deduzco que estás metido en un problema bien gordo.


El pajarito azul la miró de reojo un poco avergonzado.


– No sé si es un problema, pero lo cierto es que me siento fatal.


La gaviota se sentó, dispuesta a escuchar la historia.

– No tengo nada mejor que hacer así que soy toda oídos. Si compartes conmigo eso que tanto te agobia quizás pueda ayudarte.


El pajarito seguía sin apartar los ojitos llenos de lágrimas del mar azul. Pero por fin, fue capaz de soltar todo lo que llevaba dentro.


– ¿Ves lo increíble que es el océano? ¿Y ves lo cerquita que está? … Desde que nací mi gran ilusión es aprender a nadar.


– ¿Ah, sí? … ¿Y por qué?


– Para saltar las olas, para comprobar si el agua es tan salada como cuentan, para flotar boca arriba como un tronco a la deriva… ¡y para explorar el fondo en busca de corales!


La gaviota sintió mucha lástima por él y se mantuvo en silencio durante unos segundos. ¡No pedía poca cosa el pajarito y…! Finalmente, decidió opinar.


– Aunque no me creas, te aseguro que puedo entender tu frustración: eres un pájaro que quiere nadar y no puede nadar… ¿No es así?


– Sí, y por eso yo…


– Escúchame bien lo que te voy a decir: todos los seres del mundo, del más pequeño al más grande, tenemos un montón de virtudes, pero también algunas limitaciones que debemos aceptar con naturalidad. ¿Es que nunca te has parado a pensar sobre ese tema?


El pajarito azul se sintió bastante abrumado.


– La verdad es que no mucho.


– Pues no tienes más que fijarte en los demás. Por ejemplo… ¡mira hacia allá! ¿Ves esos humanos que pasean descalzos por la playa? ¡Dicen que son los seres más inteligentes del planeta Tierra! Poseen un cerebro tan desarrollado que son capaces de construir sofisticados cohetes que atraviesan el espacio y han llegado hasta la luna, pero… ¿sabes una cosa? ¡Ellos, Jamás podrán volar por sí mismos, ni saltar de rama en rama al estilo de los gorilas! Y miles de otras cosas más que no podrán hacer por su propia naturaleza.


El pajarito azul se relajó un poco, fascinado por la explicación de la sabia gaviota.


– ¿Y qué me dices de nosotros los animales? ¡Todos tenemos capacidades diferentes! Los peces saben mejor que nadie cómo es el mar, pero nunca conocerán el placer de saborear un arándano.


Los topos pueden excavar los más largos túneles, pero están condenados a vivir en la oscuridad cubiertos de polvo.


¡Por no hablar de los elefantes, siempre arrastrando toneladas de peso allá donde van!… En cambio tú puedes comer fruta fresca, disfrutar del aroma de las flores, bailar sobre la brisa porque eres ligero como un pedacito de algodón…


El pajarito empezaba a comprender lo que su nueva amiga quería transmitirle.


– Sin ir más lejos ¡fíjate en ti y en mí! Es cierto que como nací gaviota me lo paso bomba pescando en ese mar que tanto miras, pero soy tan grande que no puedo jugar al escondite entre los matorrales porque me destrozaría las alas. ¡No todos hemos nacido con esa voz melodiosa que tiene los de tu especie, querido mío!


Las palabras de la gaviota llegaron hasta el corazón del pajarillo que, por primera vez en mucho tiempo, empezó a sentirse afortunado de ser quién era.


– ¡Tienes razón! La naturaleza ha sido generosa conmigo y me siento muy culpable porque me estoy perdiendo muchas cosas.


La gaviota no pudo evitar inflar el pecho de satisfacción.


– ¡Me alegra que hayas captado el mensaje! Estaría genial que te centraras en lo que se te da bien, en lo que puedes hacer. Todos tenemos talento para algo y las aves azuladas son unas cantoras excepcionales.


La gaviota no mentía: ningún ave en muchos kilómetros a la redonda podía presumir de un canto tan suave y afinado.


– En la escuela de música que hay junto a la cascada imparten clase los mejores profesores de la zona. Se me ocurre que podrías recibir lecciones de canto un par de días por semana y entrar a formar parte de un coro.


En la cabecita del joven pájaro empezaron a surgir nuevos planes de futuro.


– No es mala la idea… ¡Quizás pueda perfeccionar mi técnica vocal para llegar a ser un gran tenor!


La gaviota se alegró al ver que el pajarito azul iba recobrando la ilusión.


– ¡Bravo, amigo, esa es la actitud! De todas maneras, hay unas cosillas más que debes aprender hoy.


El pajarito azul la miró intrigado.


– ¿Dime amiga gaviota? ¿A qué te refieres?


– Has entendido que debes aceptar tus limitaciones ¿verdad?


– Sí, gracias a ti, ahora lo sé.


– Y ves claro que nunca podrás bañarte en el océano ¿no es cierto?


– ¡Ahora con mucha claridad!


– Muy bien, veo que eres un chico listo, pero…


– ¡¿Pero qué?!…


– Pues que yo me refería a que no podrás hacerlo tú solito.


– ¿Cómo?… ¿Qué insinúas? …


– ¡¿Para qué están los amigos?! ¡Venga, súbete a mi lomo que nos vamos de aventura!


¡El pajarito azul se volvió loco de contento! Sin pensarlo saltó sobre la gaviota y se agarró lo más fuerte que pudo a las plumas de su nuca. Casi no le dio tiempo ni de tragar saliva antes de escuchar el aviso de salida:

– ¡Tres!… ¡Dos!… ¡Uno!… ¡Despegue!


– ¡Yujuuuuu!… ¡Siiiiiiiiii! … ¡Esto es alucinante! ¡Bravo!


Antes de que pudiera darse cuenta ya estaba ahí, sobrevolando el ancho mar, respirando el fuerte aroma a sal, y notando el corazón galopando dentro del pecho como un caballo desbocado.


– ¿No querías sentir en el océano?… ¡Pues vamos a verlo todavía más de cerca!


La gaviota dio un giro sorprendente y batió las alas como una loca. Seguidamente, y con una destreza digna de una deportista de élite, se situó a ras del agua, puso las alas en forma de cruz, y empezó a deslizarse con las patas sobre la superficie como si estuviera haciendo esquí acuático.


¡El pajarito azul estaba completamente fascinado!


– ¡Yupi!… ¡Yupi!… ¡Esto es genial!


Por fin, cuando parecía que la emoción había llegado al límite, hubo una última sorpresa: la gaviota se zambulló sin avisar dentro del agua y buceó unos segundos para que su pequeño amigo pudiera disfrutar del silencioso e increíble mundo natural que escondía el fondo del mar.


Nadie puede imaginar lo que esa increíble experiencia supuso para el pequeño pájaro azul. Había cumplido su sueño gracias a la bondad de una desconocida gaviota blanca de patas amarillas que se cruzó en su vida en el momento que más lo necesitaba. ¡No podía sentirse más dichoso!


De vuelta en el nido, el pajarito azul, abrazó muy fuerte a la gavionta.


– ¡Tanto tiempo esperando este momento! … No existen palabras suficientes para agradecerte lo que acabas de hacer por mí. ¡Has convertido mi día más triste en el más feliz de mi vida!


– ¡Querido, no hay nada que agradecer! Fue un placer compartir un momento tan mágico contigo, pero espero que a partir de ahora te aceptes tal y como eres. La vida está para disfrutarla, nunca lo olvides.


– Lo haré, amiga, lo haré.


– Bueno ya, debo irme. Si algún día te apetece bajar hasta el mar y pasar un buen rato, silba fuerte y vendré rápido a buscarte, ¿de acuerdo, pajarillo marinero?


– ¡Claro que si! Gracias amiga gaviota.


Sin decir nada más, la gaviota le guiñó un ojo y emprendió el vuelo. Mientras se alejaba, el pajarito azul notó cómo una lágrima de felicidad resbalaba por su mejilla. Se la secó con su alita, y suspiró profundamente, y luego abandonó el nido. ¡La escuela de música lo estaba esperando!


¡Y tarari, tarara, este hermoso cuento ha terminado!


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Esto fue escúchanos. 4ta Temporada Nivel Avanzado.

de Easy Spanish. Tu mejor experiencia hablando español.


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