Reconocer situaciones que le generan alegría, seguridad, tristeza, miedo o enojo, expresar lo que sienten; dialogar para resolver conflictos y buscar soluciones, esta es la finalidad de los cuentos con propósitos de Easy Spanish.
Todos nuestros cuentos hablan de valores. Eso que, es tan importante que, nuestros chiquitos lo aprendan.
Amistad, comprensión, tolerancia, paciencia, solidaridad, respeto, son estos tan solo algunos de los valores esenciales para un sano desarrollo de los niños.
A través de los cuentos, los niños asimilarán de una forma más rápida y práctica el verdadero significado de cada valor.
Nuestros podcasts también lo podrán disfrutar junto a los más pequeñitos de la casa, en cada 5 episodios les traemos los mejores cuentos con mucha emoción, valores y reflexión.
Todos nuestros estudiantes podrán obtener más vocabulario del idioma español, practicar la pronunciación, la lectura y la compresión.
En el episodio de hoy vamos a leer un cuento para reflexionar, cómo abordamos la toma de decisiones en nuestras vidas.
Para ello, la historia seleccionada es El traje nuevo del emperador, también conocido como El rey desnudo.
La historia es una fábula con un mensaje de advertencia: «Di siempre lo que piensas, sin importarte lo que los demás piensen de ti», o, también, «No debemos creer que algo es verdad sólo porque muchos lo dicen y no hay que dejarse llevar por lo que todos
hacen. Se trata de ser valientes y honestos. »
Podcast #: 150
Temporada: 4ta
Tema: El rey desnudo
Tipo: Cuento para niños.
Crédito: Cuento original de Hans Christian Andersen y publicado en 1837
Audiencia: Todo Público
Palabras: 2881
Audio:37 minutos
¡Bienvenidos a la 4ta Temporada de Easy Spanish nivel avanzado del español. Te invito a ponerte cómodo y a disfrutar de este interesante tema que te seguro te encantará!
Presta atención al vocabulario, a la pronunciación y a la entonación. Hoy tendrás más cultura general al mejor estilo de Easy Spanish by Duq. ¡Tu mejor experiencia aprendiendo español!
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Hola soy Duq esto es Easy Spanish y el cuento de hoy es… El Rey Desnudo.
Este cuento narra la historia de un emperador que es estafado al comprar unas telas, pero nadie se atreve a decirle la verdad. Nadie salvo un niño, que harto de escuchar mentiras decide decir la verdad.
Los cuentos nos dan la oportunidad de transmitir mensajes, valores y aprendizajes a nuestros hijos.
En este cuento aprenderán que no podemos creernos todo lo que nos cuentan, que tal vez haya gente que no se atreva a decir la verdad y que hay que valorar a las personas que, como el niño del cuento, son capaces de contradecir al resto y tienen la valentía y el coraje de decir lo que piensan.
Inicio del Contenido
El Rey Desnudo
Conocido también como El nuevo traje del emperador. Cuento original de Hans Christian Andersen publicado en 1837.
Hace muchos años había un Emperador tan aficionado a los trajes nuevos, que gastaba todo sus dinero en vestir con la máxima elegancia.
No se interesaba por sus soldados ni por el teatro, ni le gustaba salir de paseo por el campo, a menos que fuera para lucir sus trajes nuevos.
Tenía un vestido distinto para cada hora del día. Se decía que el “El Emperador siempre estaba en el vestuario”.
La ciudad en donde vivía el Emperador era muy alegre y ruidosa. Todos los días llegaban a ella muchísimos extranjeros, y una vez se presentaron dos estafadores que se hacían pasar por tejedores, asegurando que sabían tejer las más maravillosas telas.
Estos dos hombres decian que sus trajes no sólo tenian hermosos colores y patrones, sino que las prendas hechas por ellos poseían la virtud milagrosa de ser invisibles para cualquier persona que no fuera apta para su uso o que fuera irremediablemente estúpida.
–¡Deben ser vestidos magníficos! –
pensó el Emperador–.
Si los tuviese, podría averiguar qué funcionarios del reino son ineptos para el cargo que ocupan. Podría distinguir entre los inteligentes y los tontos. Quiero, que se pongan enseguida a tejer la tela–.
Y les dio un buen adelanto del pago a los dos pícaros, para que pusieran manos a la obra cuanto antes.
Armaron un telar y fingieron que estaban trabajando; pero no tenian nada en la máquina. A pesar de esto, los dos hombres se abastecieron de las mejores sedas y del oro, que guardaban muy bien mientras seguían simulando que estaban trabajando en los telares vacíos hasta altas horas de la noche.
«Me gustaría saber si esos dos hombres están avanzando con la tela»–, pensó el Emperador.
Pero había un punto que lo tenía un tanto preocupado al emperador.
El pensaba, que un hombre que fuera estúpido o inepto para su cargo no podría ver lo que estaban tejiendo.
Y claro, no es que no estuviera seguro de sí mismo; por ese lado, el emperador estaba tranquilo; pero, por si acaso, el prefería enviar a alguien más primero, para asegurarse de cómo iban las cosas.
Todos los habitantes de la ciudad estaban informados de la particular virtud de aquella tela, y todos estaban impacientes por ver hasta qué punto su vecino era estúpido o incapaz.
«Enviaré a mi viejo ministro a que visite a los tejedores –pensó el Emperador–. Es un hombre honrado y el más indicado para juzgar las cualidades de la tela, pues tiene talento, y no hay quien desempeñe el cargo como él».
El viejo y ministro se presentó, en la sala ocupada por los dos estafadores, los cuales seguían trabajando en los telares vacíos.
«¡Dios nos ampare!».
–pensó el ministro, abriendo los ojos muy grandes–.
« ¡Pero si no veo nada! ».
Sin embargo, no soltó palabras.
Los dos estafadores pidieron al ministro que se acercase y le preguntaron que le parecía el vestido, que opinaba del el color y del dibujo. Le señalaban el telar vacío, y el pobre hombre seguía con los ojos desencajados, pero sin ver nada, puesto que nada había.
«¡Dios santo! –pensó el ministro –.
¿Seré que soy tonto? Jamás lo hubiera creído, y nadie tiene que saberlo. ¿Es posible que sea inútil para el cargo? No, desde luego no puedo decir que no he visto la tela».
–¿Qué? ¿No dice nada del tejido Sr ministro? –preguntó uno de los tejedores.
–¡Oh, precioso, maravilloso!
–respondió el viejo ministro mirando a través de los lentes–.
¡Qué dibujo y qué colores! Desde luego, diré al Emperador que me ha encantado.
–Nos da una buena alegría –
respondieron los dos tejedores, dándole los nombres de los colores y describiéndole el raro dibujo.
El ministro tuvo mucho cuidado en prestar atención a las explicaciones y los detalles que le indicaban los estafadores, para poder repetirlas al Emperador.
y así lo hizo.
Los estafadores pidieron entonces más dinero, seda y oro, ya que lo necesitaban para seguir tejiendo.
Todo fue a parar sus bolsillos, pues ni una hebra se empleó en el telar, y ellos continuaron, como antes, trabajando en las máquinas vacías.
Días después el Emperador envió a otro funcionario de confianza para inspeccionar el estado de la tela, y saber para cuándo estaría lista.
Al segundo le ocurrió lo que al primero; miró y miró, pero como en el telar no había nada, nada pudo ver.
–¿Verdad que es una tela bonita?
–preguntaron los dos tramposos, señalando y explicando el precioso dibujo que no existía.
«Yo no soy tonto»
–pensó el hombre.
–Y el empleo que tengo no lo suelto. Es preciso que nadie se dé cuenta».
Y empezó a decir maravillas de la tela que no veía, y manifesto su entusiasmo por aquellos hermosos colores y aquel espectacular dibujo.
–¡Es digno de admiración! – Le dijo al Emperador.
Todos los residentes de la capital hablaban de la magnífica tela, tanto, que el Emperador quiso verla con sus propios ojos antes de que la sacasen del telar.
Seguido de una multitud de personajes escogidas, entre los cuales figuraban los dos hombres que vieron antes la tela, se encaminó a la casa donde estaban los estafadores, los cuales continuaban simulando que tejian sin parar.
–¿Verdad que es admirable?
–Preguntaron los dos honrados dignatarios–.
Fíjese Vuestra Majestad en estos colores y en estos dibujos –
Y señalaban el telar vacío, creyendo que los demás veían la tela.
«¡Cómo! – pensó el Emperador–.
¡Yo no veo nada! ¡Esto es terrible! ¿Seré tan tonto? ¿Acaso no sirvo para emperador? Sería espantoso».
–¡Oh, sí, es muy bonita!
–dijo–.
Me gusta, la apruebo–.
Y con un gesto de agrado miraba el telar vacío; no quería confesar que no veía nada.
Todas las personas de su equipo miraban y volvian a mirar, pero ninguno veía nada, pero seguían todos diciendole, al Emperador,
«¡oh, qué bonito! », «¡qué bonito! »,
Y le aconsejaron que llevará por primera vez los vestidos hechos con esa tela en la procesión que se iba a realizar en los próximos días.
-¡Es hermoso, elegante, estupenda! –dijeron las personas, y todos parecían extasiados con ella.
El Emperador concedió una condecoración a cada uno de los dos estafadores para que se las pusieran en el ojal, y los nombró tejedores imperiales.
Durante toda la noche que precedió al día de la fiesta, los dos estafadores estuvieron levantados, con dieciséis lámparas encendidas, para que las personas viesen que estaban trabajando activamente en la confección de los nuevos vestidos del rey.
Simularon quitar la tela del telar, cortarla con grandes tijeras y coserla con agujas sin hebra; finalmente, dijeron.
–¡Por fin, el vestido está listo!
Llegó el Emperador en compañía de sus caballeros principales, y los dos estafadores, levantando los brazos como si sostuviesen algo,
Y dijeron:
–Esto son los pantalones. Ahí está la camisa. Aquí tienen el manto… Las prendas son ligeras; uno creería no llevar nada sobre el cuerpo, y eso es precisamente lo bueno de esta tela.
–¡Sí! –asintieron todos los presentes, a pesar de que no veían nada, pues nada había.
–¿Quiere dignarse vuestra Majestad a quitarse el traje que lleva? –
dijeron los dos estafadores–
Para que podamos vestirle con el nuevo traje delante del espejo?
El Emperador se quitó su ropa, y los dos estafadores simularon ponerle las diversas piezas del vestido nuevo, que según ellos habían terminado un poco antes.
Tomando al Emperador por la cintura, hicieron como si le atasen algo, la cola seguramente; y el emperador todo era dar vueltas, y vueltas ante el espejo.
–¡Dios, qué bien le sienta el traje, le va estupendamente!
–exclamaban todos–. ¡Vaya dibujo y que colores! ¡Es un traje precioso!
–Todo esta listo, estamos esperando por su majestad para el inicio de la procesión, –anunció el maestro de Ceremonias.
–Muy bien, estoy a punto –dijo el Emperador–. ¿Verdad que me sienta bien este traje? –Y se volvió una vez más de cara al espejo, para que todos creyeran que el veía el traje.
Los ayudantes del emperador encargados de sostener la cola bajaron las manos al suelo como para levantarla, y avanzaron como si además sostenian algo en el aire.
Los ayudantes por nada del mundo hubieran confesado que no veían nada.
Y así comenzó el Emperador su paseo, en su magnífico jardín, mientras todo el pueblo, desde la calle y desde las ventanas, decían:
–¡Qué preciosos los vestidos nuevos del Emperador! ¡Qué magnífica cola! ¡Bellos, bellísimo!
Nadie permitía que los demás se diesen cuenta de que nada veía, para no ser considerado por incapaz en su cargo o por estúpido.
Ningún traje del Monarca había tenido tanto éxito como aquél.
–¡Pero si no lleva nada! –exclamó de pronto un niño.
–¡Dios bendito, escuchen la voz de la inocencia! –dijo su padre; y todo el mundo se fue repitiendo al oído lo que acababa de decir el pequeño.
–¡No lleva nada; nada, es un chiquillo el que dice que no lleva nada!
–¡Pero si no lleva nada nada, no tiene nada! –gritó, al fin, el pueblo entero.
Aquello inquietó al Emperador, pues el presentia que el pueblo tenía razón; y pensó: «Hay que aguantar hasta el final». Y siguió como antes; y los ayudantes de su reino continuaron sosteniendo la inexistente cola.
Aunque el cuento del Rey Desnudo de Hans Christian Andersen tenga más de 150 años sigue estando igual de vigente al día de hoy.
Este cuento da una hermosa enseñanza a nuestros niños. Si algo no está bien, hay que decirlo, sin temor a lo que digan los demás.
Pero también nos recuerda a los adultos a no perder esa esencia, a ser espontáneos y simplemente decir la verdad, todos sabemos que pocos se atreven a afrontar lo que dirán.
Hace falta mantener en nosotros los adultos esos "niños", que con un pensamiento simple y sin estar condicionados por ninguna especulación, ni temor, simplemente digamos lo que otros callan.
Levantar la voz para confrontar el error con la verdad, las tinieblas con la luz, la injusticia con la justicia, la corrupción con la honradez.
Aquí les dejo un regalo
Preguntas de comprensión lectora para que se entienda el mensaje de este cuento fantástico más reflexiones y los valores que se pueden trabajar con esta historia.
Algunas preguntas de comprensión lectora para tu hijo
1. En el cuento El traje nuevo del emperador, ¿qué le gustaba coleccionar al emperador?
2. Unos supuestos sastres le ofrecieron un traje único. ¿Qué tenía de especial ese traje?
3. ¿Por qué decía el primer ministro que era un traje fantástico cuando no había nada?
4. ¿Por qué siguió el emperador la corriente a los demás y disimuló haciendo que no veía nada?
5. En ‘El traje nuevo del emperador’, ¿quién le dijo al emperador que en realidad iba desnudo?
Valores que puedes trabajar con este cuento del traje nuevo del emperador
El valor de la sinceridad.
La honestidad.
Más reflexiones sobre este cuento.
Con este cuento de Hans Christian Andersen, ‘El traje nuevo del emperador’, podrás hablar con tu hijo acerca dela verdad, la sinceridad y la confianza en uno mismo.
Confía en ti y no hagas caso a lo que dicen los demás: El emperador no veía nada cuando le enseñaban el supuesto traje, pero estaba tan preocupado de lo que los demás dijeran que sí existía el traje, que prefirió hacer caso a los demás. Confía más en ti y en tu verdad y no tomes como verdad indiscutible la de los demás.
La sinceridad desenmascara a realidad: En el relato del traje nuevo del emperador, el único capaz de decir la verdad fue un niño, al único al que le daba lo mismo que todos pensaran que era tonto. El único capaz de decir las cosas tal cual se ven. Los niños a veces nos dan grandes lecciones, ya que aún no sienten la presión de la opinión de los demás. No dudan en ser auténticos y en ser ellos mismos.
«Confía siempre en tu verdad, y no tomes como tuya la verdad ‘indiscutible’ de los demás»
Utiliza la prudencia y no te fíes de todos.
Los falsos sastres del Traje nuevo del emperador se aprovecharon de la pasión del emperador para hacerle creer que eran capaces de hacer un traje especial. La ingenuidad del emperador en creer aquello vino porque la codicia por poseer ese traje le cegó por completo y anuló su sentido de la prudencia. El deseo es traicionero, ya que nubla la razón. Por eso, cuando sientas que te dominan las emociones, espera un rato y vuelve a pensar.
Lo que dicen los demás no tiene por qué ser la verdad: Porque tal vez todos estén equivocados. Cuesta creer que tantas personas se equivoquen, pero ya ves que es posible. La verdad no es necesariamente la opinión mayoritaria.
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Esto fue escúchanos. 4ta Temporada Nivel Avanzado.
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